Es una de las siete maravillas del mundo. Un monumento que todo el mundo reconoce al primer golpe de vista. La excusa para visitar Agra. El mejor motivo para ir a India. ¡El sueño de todo viajero! Pero un minuto antes de acceder al recinto, cuando ya sabes que estás a punto de verlo, una sombra cruza por tu cabeza. En mi caso, la duda tuvo forma de… ¿y si después de llevar tanto tiempo esperando este momento el Taj Mahal me decepciona?
Ilusiones y duda
El día que fui a visitar el Taj Mahal la ilusión era capaz de hacer desaparecer de un plumazo la lentitud de la cola que daba acceso al recinto, el calor que ya comenzaba a apretar en esa mañana de agosto, y las comprensibles medidas de seguridad que se realizan en la entrada al monumento.
Había llegado a Agra por la noche y había ido directa al hotel. Por la mañana, me dirigí a la puerta Oeste sin llegar a ver el Taj Mahal, ni siquiera de lejos. No es que quisiera reservarme para el gran momento de contemplarlo de cerca. Simplemente, la ocasión no llegó detrás de ninguna esquina, ni tampoco oteando el horizonte de manera casi compulsiva para verlo aparecer en la lejanía.
Una vez accedes al recinto el corazón comienza una peculiar carrera que ni siquiera la cabeza, en busca de algo de cordura, puede controlar. Frente a mí tenía la impresionante puerta que es el último paso franqueable antes de comenzar a vivir ese momento con el que todos los viajeros hemos fantaseado alguna vez.
Y entonces ocurrió. Llegó la duda. Tengo ganas de ver el Taj Mahal desde que tengo uso de razón. Me empeñé en venir a India. El primer punto que pinté en el mapa fue Agra. ¡Qué demonios! Me he dejado dos meses de mi sueldo para vivir este momento. ¿Y si después de todo esto el Taj Mahal me decepciona?
Otra perspectiva
Cuando he recordado con otros viajeros que han visitado el Taj Mahal ese momento en el que estás a punto de verlo, todos me han confesado que han sentido, con mayor o menor intensidad, esa misma duda. Probablemente sea porque concentrar en un único monumento todo el peso de un viaje, de unas vacaciones o de tus sueños viajeros es como jugarte toda la partida a una única carta.
Justo cuando crucé la puerta mirando al suelo y comencé a ver los jardines que terminan en la grandiosidad del monumento, giré mis ojos y, sin haber visto aún el Taj Mahal directamente, pude contemplarlo con los ojos de las personas que allí estaban, inmóviles, mirándolo de frente. Hindús, extranjeros de todas las nacionalidades, niños, ancianos… Todos, absolutamente todos, tenían el mismo gesto. Este gesto.
Incredulidad, admiración, fascinación. Fijaos bien en las caras de la gente porque eso es exactamente lo que provoca la vista del Taj Mahal. La respuesta a la pregunta de si decepciona el monumento es no. No decepciona. No hay que tener dudas. Es aún más maravilloso de lo que una fotografía, un vídeo o una imagen a través de la pantalla de un ordenador pueda reflejar jamás.
Unos hablan de lo enorme que parece y lo pequeño que te hace. Otros de la blancura de su mármol. De la paz que desprende. De su leyenda. De sus líneas armónicas e inconmensurables. Del conjunto y los detalles… Todo son sensaciones y en medio de todas ellas la palabra decepción pierde su significado. Se borra de ese diccionario personal que aquella mañana de agosto se abrió con la palabra belleza y se cerró con la palabra eterno.
Entre la boca cada vez más abierta de Luis, mi marido, y los lagrimones que se me caían a mí solo había lugar para agradecer el hecho de estar vivo y haberlo visto. Quién sabe lo que sentiré la próxima vez que cruce esa puerta y lo vea de nuevo. Quién sabe si podré cumplir la promesa de enseñárselo a mis hijos. Quién sabe si dentro de unos años lo cerrarán al público, como los expertos más catastrofistas predicen, como consecuencia de esa sobreexplotación y la falta de cuidados específicos que tanto se critica.
Lo que sí sé es que estuve allí y estuvo para mí. Y si has llegado a este post porque estás preparando un viaje a India que incluye una visita al Taj Mahal, o has sentido curiosidad por saber qué se siente al verlo y si merece la pena tanto como dicen… espero haber disipado tus dudas para que no vuelvan a molestarte más. ¡El Taj Mahal te está esperando! Solo tienes que acudir a su encuentro.
me encanta!
¡Gracias, Lucía!